Sueños escritos

La vida es un sueño imaginado


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LAS FLORES Y EL AMOR

Como cada mañana visito la playa, mis perros me acompañan. Por el cielo vuelan algunos pájaros y gaviotas.
A lo lejos, las palomas entonan canciones. Su arrullo me trae recuerdos de cuando era niña y despertaba con su canto. De mis padres, los veo en mi memoria, allí, donde los puedo encontrar vivos, preocupados algunas veces por culpa de las penurias de aquellos años. Otras veces los encuentro felices por ver sanos a sus hijos, mis hermanos. Éste es mi tierno y feliz recuerdo de un tiempo que ya no vuelve.
La vida es mágica, pienso, cuando recuerdo aquello que viví de pequeña.  La vida es bella por todo lo bueno que nos rodea. En este campo de arena, piedras y tierra. Entre la verde hierba, brotan bellas flores amarillas, violetas y rojas amapolas.
Me inquieta el zumbido de las abejas que revolotean cerca, cuando recolectan polen para la miel, llevan las botas puestas. Sin ser alérgica temo la picadura. Conozco mi reacción, que es ninguna, pero, la costumbre de sentir miedo es normal. Y que me entre ese temblor por dentro, también es natural.
La primavera se renueva, otra vez, llega con su aroma floral. Llena de color y luz mi tierra. De nuevo despierta, siendo joven, eterna.
Contemplo los cálidos amaneceres, cuando el sol aparece triunfante desde un levante despejado. Alumbra el agua con destellos, baña de luz el mar y arroja su calor, entonces siento adoración por lo bello y el amor.
Campo a través encuentro el suelo humedecido. La diminuta hierba crece envuelta con el manto del rocío. Ligero polvillo de agua que da brillo al suelo y al nuevo día. Por esto, y por todo lo que nos regala, amo la vida.
Las flores saludan al sol cada mañana. Enamorada de tanta belleza, me voy a casa, a reposar los recuerdos de mis desafortunados amores  en años anteriores.
Como las flores en la tarde, adormecidas esperan que salga la luna para que les cante una nana, yo, adormecida reposo en la enrollada sabana de mi cama los diminutos crujidos de un corazón que suena lento, quebrado, despacio, silencioso y algo viejo.
Los destellos de mar que brillan con su luz blanca transmiten paz, como el crepitar de la llama que calienta la habitación donde duerme mi alma, junto a la chimenea, mientras escucho cómo llueve fuera. En la noche se levanta una espesa niebla que nubla el sentimiento silencioso de un amor oculto dentro de mi pecho.

15 de febrero de 2018 Sandy Torres

 

LAS FLORES Y EL AMOR