Sueños escritos

La vida es un sueño imaginado


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MI SUEÑO DE AGOSTO

Un sol blanco se eleva en el cielo sobre un mar del mediterráneo donde el calor de agosto invita a dormir tumbado en la arena sobre una esterilla de playa. En mi sueño camino monte arriba una mañana. Entre pinos, olivos, encinas, cerezos, nogales y castaños recorro veredas.

Quiero descansar junto a un árbol de grandes ramas repleto de verdes hojas. Disfrutar del frescor de su sombra donde el calor de agosto invita a dormir tumbado sobre la fina hierba que crece en la pradera.

Sueño que cabalgas sutil, como papilio sobre margaritas blancas, amarillas, y rojas amapolas. Coqueteas conmigo, me deseas, y yo te miro. Azahar de mi vida, en mi sueño perfumas el aire que respiro con tu esencia. Te quiero, alma mía. Me invitas a tomar de tus labios el dulce néctar de naranja.

Despierto enamorada de tus brillantes ojos que iluminan mis calurosas noches oscuras. Quiero que vengas conmigo. Quiero llenar tus vacios con canciones y risas.

Quiero elevar el amor a lo más alto. Y así volar, sin alas, volar como ruiseñores, como colorines que cantan felices canciones de amor. Visitar una estrella, aterrizar en la luna, ocupar otro planeta, quiero.

Quiero querer que quieras vivir conmigo mi sueño de agosto. Quiero bañarme en la sal de tus lágrimas. Quiero bañarme contigo en las templadas aguas de un mar del mediterráneo.

 

29 03 2018 Sandy Torres

MI SUEÑO DE AGOSTO.

 

 

 

 

 


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LAS FLORES Y EL AMOR

Como cada mañana visito la playa, mis perros me acompañan. Por el cielo vuelan algunos pájaros y gaviotas.
A lo lejos, las palomas entonan canciones. Su arrullo me trae recuerdos de cuando era niña y despertaba con su canto. De mis padres, los veo en mi memoria, allí, donde los puedo encontrar vivos, preocupados algunas veces por culpa de las penurias de aquellos años. Otras veces los encuentro felices por ver sanos a sus hijos, mis hermanos. Éste es mi tierno y feliz recuerdo de un tiempo que ya no vuelve.
La vida es mágica, pienso, cuando recuerdo aquello que viví de pequeña.  La vida es bella por todo lo bueno que nos rodea. En este campo de arena, piedras y tierra. Entre la verde hierba, brotan bellas flores amarillas, violetas y rojas amapolas.
Me inquieta el zumbido de las abejas que revolotean cerca, cuando recolectan polen para la miel, llevan las botas puestas. Sin ser alérgica temo la picadura. Conozco mi reacción, que es ninguna, pero, la costumbre de sentir miedo es normal. Y que me entre ese temblor por dentro, también es natural.
La primavera se renueva, otra vez, llega con su aroma floral. Llena de color y luz mi tierra. De nuevo despierta, siendo joven, eterna.
Contemplo los cálidos amaneceres, cuando el sol aparece triunfante desde un levante despejado. Alumbra el agua con destellos, baña de luz el mar y arroja su calor, entonces siento adoración por lo bello y el amor.
Campo a través encuentro el suelo humedecido. La diminuta hierba crece envuelta con el manto del rocío. Ligero polvillo de agua que da brillo al suelo y al nuevo día. Por esto, y por todo lo que nos regala, amo la vida.
Las flores saludan al sol cada mañana. Enamorada de tanta belleza, me voy a casa, a reposar los recuerdos de mis desafortunados amores  en años anteriores.
Como las flores en la tarde, adormecidas esperan que salga la luna para que les cante una nana, yo, adormecida reposo en la enrollada sabana de mi cama los diminutos crujidos de un corazón que suena lento, quebrado, despacio, silencioso y algo viejo.
Los destellos de mar que brillan con su luz blanca transmiten paz, como el crepitar de la llama que calienta la habitación donde duerme mi alma, junto a la chimenea, mientras escucho cómo llueve fuera. En la noche se levanta una espesa niebla que nubla el sentimiento silencioso de un amor oculto dentro de mi pecho.

15 de febrero de 2018 Sandy Torres

 

LAS FLORES Y EL AMOR


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LA PRIMERA VEZ

 

Ha vuelto, otra vez está aquí la misma sensación. No quiero que se dé cuenta de que tiemblo por dentro cuando se acerca a mí. Me siento incómoda. No sé si es porque odio la situación en la que nos conocimos o es él.
Me dije que no. En contra del amor no, ni uno más. Ningún hombre bajaría mis defensas. Pero antes de darme cuenta ya estaba entre sus brazos. Entregada por completo a su cuerpo. El efecto de tenerlo junto a mí fue grande. Su mirada fija en mis labios pintados color carmesí. Su voz temblorosa y suave al preguntarme si me encontraba bien. Sin querer dejé que su calor inundara mi espacio íntimo.
Me agarró por los brazos, después, me abrazó por completo. Cuando mi cabeza chocó contra su cuerpo oí piar un pajarito. Al respirar hondo su pecho se hinchaba. Con todo aquel aire que entraba dentro de sus pulmones oí sonar un tambor. Temblorosos, nos sentimos asustados.
Él se entregó a mí en ese momento que, quizá, en alguna ocasión anterior imaginó. No estábamos acostumbrados. Era la primera vez que bajando, yo tropezaba en un escalón y caía en los brazos de un hombre. La primera vez que subiendo, a él le caía una mujer encima.
Me atrajo hacia él. Olió mi pelo, acarició mi nuca. Besos mi labios, mordió mi boca. Y dijo: ¡ay!
Ya no podemos rehuir de la tentación que evoca nuestro fuego. Me asusta lo que siento. Otra vez descubriendo las delicias de la pasión, el aroma del amor. Los besos. El placer.

 

LA PRIMERA VEZ