Sueños escritos

La vida es un sueño imaginado


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Mi libro

Lo que quiero decir es que tengo un libro sin dueño, sin autor. Que ahora me pertenece. Lo encontré en el fondo de un baúl el día que hicimos el traslado de muebles antiguos a mi almacén. Hemos vendido la casita de mi abuela.
El baúl huele a madera polvorienta. Contiene vestidos de mujer. Si te acercas notas que desprende un ligero aroma a jabón casero; a perfume añejo; a baúl cerrado; huele a alcanfor. Dentro hay joyas. Algunas de valor. La mayoría es bisutería fina. Una bolsita de tela con monedas antiguas; un cofre lleno de papeles viejos, cartas y dos libros escritos a mano. La tinta llena, de líneas rectas, más de trescientas páginas amarillentas. En los bordes externos se distinguen unas manchas de color marrón que dibujan huellas oscurecidas por los años. Son la marca de los dedos que abrieron y cerraron demasiadas veces el libro.
Visiblemente deteriorado. Le faltan las tapas externas. Las primeras hojas tienen el filo inferior derecho doblado hacia arriba. Las tiene arrugadas y rotas por los filos. Las ultimas también. Es un trabajo artesanal, casero. La red deshilachada con el que se unieron las hojas tiene un acabado en rojo y amarillo en la parte inferior y superior del lomo. Se nota que el hilo es de calidad, resistente.
Al pasar las hojas con mi dedo gordo, de forma rápida, he visto un papel suelto, escrito con la misma grafía que el libro. Se puede leer:
“Querido amor:
Hoy he soñado contigo. Te quiero tanto como la caseta de grande. Te espero detrás de ella a las siete, amor. Te daré un beso”
No está ambientado en ninguna ciudad importante. Es un libro que se supone no existe. Desconozco su título.
Es de los pocos libros que contiene una de las historias que a mí me encanta leer. No habla de amor por hablar de algo sino que describe el amor con toda la esencia. El tema principal es otra cosa que antes no había leído en ningún libro que he abierto y cerrado, sin acabar de leerlo, por aburrido.
Cuando yo era pequeña mi madre me decía que le habría gustado aprender a leer. Aquel deseo suyo se me clavó en la mente como una imagen imborrable y desde entonces deseo escribir un libro y dedicarlo a ella. Sé que no lo leerá, pero me quedo tranquila.

(Fragmento)

 

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