Sueños escritos

La vida es un sueño imaginado


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EL FONDO DE MIS IDEAS

 

EL FONDO DE MIS IDEAS

Para que mis textos sean completos necesito profundizar en mis ideas y percepciones. Necesito estrujar mi cerebro de tal forma que pueda ver cómo cae la última gota de mi propio pensamiento. Es entonces cuando me quedo tranquila y me digo: lo he conseguido, he llegado hasta el fondo de ésta idea que nació como una diminuta luz que apareció de repente para crecer, para quedarse a donde sea que pueda ir conmigo, perenne, eterna, acompañándome.

Las ideas me asaltan y empiezo a pensar en ellas. Un día apareció en mi mente, una estupenda idea que habla el idioma del amor, pero no pude acabar de pensarla porque necesitaba profundizar en ella. Entonces quedó adormecida durante mucho tiempo dentro de mi cabeza. Me di cuenta que volvía a mí cada vez que salía a andar.
Empezaba rápido, con prisa, como cuando llegas tarde a una cita. Hasta que conseguí darle forma. Aligeraba mi paso casi a punto de echar a correr como para hacer una maratón.
Empecé a pensar en un pasado anterior a nosotros pero allí no podía encontrar algo nuevo que me revelara nada profundo. Sentí vértigo al pensar que lo nuestro pertenecía a un nuevo abismo en el que yo podía perder el equilibrio. Fijé la vista en el suelo que pareció oscilar bajo mis zapatillas deportivas. Entonces aminoré el paso, necesitaba encontrar la respuesta a la pregunta que busca un final.

Enfundadas en un par de guantes de lana, mis frías manos, las guardé en los bolsillos de mi sudadera. Empecé a disfrutar el aire fresco que me envolvía. Inspiré profundo cada bocanada que llenaba mis pulmones, que exhalaba como niebla blanca. Contemple la hierba mojada por la escarcha de aquellos días de invierno. Con una temperatura de seis grados salí de de casa para pensar en ti y en mi.

Empecé a recordar aquellos caminos que recorrí; los ríos que crucé; los puentes que dejé atrás; las montañas que escalé y los senderos que tomé para bajar; los mares que navegué: retrocedí a mi pasado. Caminé tranquila, pensando. A veces silbando, sin perder de vista mi verdadero destino, el recuerdo me llevó, otra vez, a bordear con la mente, aquellos extraños caminos que me acercaron a ciertos lugares de los que me vi obligada a retroceder sobre mis pasos para evitar un oscuro final.
Si decidiera recorrer un nuevo camino a tu lado, hacia dónde me llevarías —me pregunté.
Distinguí diferentes tonos del verde en las hojas de los árboles. El azul cielo y la blancura de las nubes sobre las montañas. El frío del amanecer en invierno invadió mi cuerpo. Empecé a disfrutar de mis percepciones. Avancé sobre mi pasado. Me adentré en mi experiencia.
Inicié un monologo interior. Me pregunté hacia dónde me dirigía. Como si hubiera perdido la orientación de mi destino, cierta tensión se apoderó de mí. Sentí miedo, pero no me detuve.

Pensé en cruzar la carretera cuando no circularan vehículos, y crucé. Suspiré tres veces, bostecé una, y sonreí. Me acordé de ti.


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ESPOSA CURIOSA

 

A las esposas curiosas se las convierte en sal: caramelo que luego lame, con su hocico y su lengua, un goloso caballo sin dueño ni montura.
Primero lame uno de sus pechos que quedaron desprotegidos bajo su blanca blusa.

Luego lame el abdomen salado de la desobediente esposa. La figura no aguanta las cosquillas que provoca en su moldura la lengua del caballo goloso. Encoge las tripas y contrae la barriga porque le da risa.

La figura de sal parece despertar para espantar al goloso caballo que le lame el trasero con mucho salero.

La estatua, que ni andar puede, saltar de su pedestal quiere. Piensa que necesita una escoba, al jardinero, o a los bomberos.

—¡Por favor, alejad a este caballo de mis sentidos que no puedo abrir mis ojos para verlo y lo siento! —Chilla, en silencio, sobre su disminuido pedestal, la estatua de sal.

Curiosa es la esposa salada.