Visualizo la cosa de morir como entrar en un sueño del que no despertaré más.
Dicen que no se siente dolor. Que al morir se olvida que hayamos vivido, qué hicimos en vida y quiénes fuimos.
Pero la familia que sobrevive la pérdida no pierde la esperanza. Piensa que el fallecido recuerda todo lo vivido. Creen que el difunto pasa a ser una especie de ángel de la guarda que vela por ellos, los vivos.
No creo que sea así. Al morir todo se olvida.
Me pregunto qué pasa si pierdo la esperanza ¿será vital mantenerla viva? o ¿quedaré atrapada en un sentimiento de frustración por dicha pérdida?
No tengo miedo, ni siento vergüenza de perderla. Todos perdemos cosas continuamente, a diario. Perdemos unas cosas y encontramos otras nuevas.
Será un honor perder la esperanza, será entonces cuando quedaré libre de toda ella. Porque la esperanza es la cadena que nos ata a lo imposible. Sabemos perder cosas que no recuperamos jamás y no pasa nada.
Frente a un dolor intenso que no desaparece, aparece la esperanza por encontrar un calmante que quite el sufrimiento. Ella, la esperanza, es pensar en un momento anterior al dolor desesperante, donde el valor desaparece, y las fuerzas para resistir se desvanecen.
La derrota llega desde un lugar complejo, sin avisar, se instala en un punto que antes era estable. Un punto concreto donde habita el apego a las cosas, el amor a determinadas personas, y a la vida misma.
Dicen que morir es despertar a la vida eterna.
Tengo la esperanza de que cuando despierte a la vida eterna me convertiré en un ángel de la guarda para velar por mi gente, si así lo desean. Pero, ¿qué pasará si pierdo la esperanza como he perdido tantas cosas que no he vuelto a encontrar?
Sandy Torres
